La sombría verdad detrás del icónico maquillaje blanco de Isabel I

Probablemente sepas cómo se veía, a pesar de que vivió hace más de 400 años. De hecho, los característicos mechones rojos de Isabel I, su piel de porcelana y los labios carmesí la convierten en una de las monarcas más llamativas de la historia británica. Y es una apariencia que sigue siendo icónica incluso hoy, gracias a las innumerables interpretaciones de los medios artísticos. Pero esta imagen cuidadosamente cultivada escondía muchos secretos oscuros. Horripilantemente, incluso pudo haber contribuido a la muerte de la reina.

Isabel, en caso de que no lo supieras, era la hija de la muy difamada segunda reina de Enrique VIII, Ana Bolena. Y, según cuenta la historia, estuvo a punto de perder el trono por completo. Así que cuando Isabel finalmente llegó al poder, estaba decidida a hacer todo lo posible para aferrarse a él. En un mundo dominado por los hombres, eso significaba que tenía que seguir siendo hermosa, a cualquier precio.

Y su aspecto distintivo aparentemente se inspiró en el Renacimiento, un movimiento que estaba ganando popularidad en Inglaterra cuando Isabel estaba en el trono. De hecho, la reina jugó un papel importante en su desarrollo como defensora de las artes y la literatura. También fue influenciada por los ideales de belleza asociados con esta era, y por lo que sabemos, se esforzó por recrearlos a lo largo de su vida, sin importar el costo.

Una tez pálida, el cabello claro, los labios escarlata y los ojos brillantes eran considerados muy deseables durante el Renacimiento. Sin embargo, este no era un ideal fácil de mantener en una época en la que las enfermedades desenfrenadas y otras dolencias podían dejar fácilmente desfigurada a una mujer. Entonces, ¿cómo hicieron Isabel y sus contemporáneos para crear apariencias tan impecables?

Bueno, para la mujer conocida como la Reina Virgen, una respuesta estaba en el maquillaje blanco y espeso que se ponía religiosamente sobre su piel. Este ritual se volvió aún más integral para retener su belleza y poder a medida que fue envejeciendo. Pero el estilo que llegaría a definir a Isabel también ocultaba al menos una verdad brutal.